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Fito Páez, ese rosarino imprescindible de la música argentina, volvió a representar a todo el país en el prestigioso Tiny Desk de NPR Music, pero esta vez con un guiño especial: su show marcó el inicio del Mes de la Música Latina en Estados Unidos. En su estilo tan propio, Páez, quien ya cumplió 62 años y sigue siendo un joven en el escenario, llevó al público virtual en un viaje emocional por clásicos de los 90, piezas de su último disco y esa esencia desenfadada y combativa que lo convirtió en referente.
El concierto, transmitido para el mundo entero desde el escritorio que ha visto grandes hazañas musicales, tuvo a la intimidad como protagonista. Entre risas cómplices, un piano bien afinado y una banda que dio en el clavo, Páez revivió momentos fundamentales de su carrera. Desde “A Rodar Mi Vida” hasta “Mariposa Tecknicolor”, cada nota fue una caricia a la memoria colectiva, pero también una invitación a descubrir “Sale el Sol”, señalando que el artista sigue reinventándose, mirando atrás para seguir adelante.
Más allá de los hits, estuvo la música a tambor batiente, la poesía descarnada, las referencias a la realidad latinoamericana y la libertad de decir lo que se piensa. “Circo Beat”, pieza central del segmento, se convirtió en una declaración artística y política, con Fito actualizando las letras para estos tiempos veloces y, de paso, demostrando su ironía criolla: “Pinochet will have no appetite on the day they run him out”, cantó, rompiendo barreras idiomáticas y culturales, firmando un momento inolvidable para un público que lo descubrió o lo redescubrió en su mesa favorita.
La banda acompañó como si fueran viejos amigos reunidos para celebrar la música: Juani Agüero y Vandera en guitarras, Diego Olivero en bajo, Juan Absatz en teclados, Emme en los coros, Gastón Baremberg en la batería, y los “de aliento” –Alejo von der Pahlen, Ervin Stutz y Santiago Benítez–, recreando el sonido de club y festival que caracteriza al rock argentino cuando está bien hecho. Todo en tan solo dieciocho minutos, pero con la intensidad de una vida dedicada a la canción, la rebeldía y el buen humor.
El cierre fue agradecer a quienes lo invitaron y quienes lo acompañaron, y no podía faltar el mensaje de Páez sobre la esencia del arte: “La música sin el otro no existe”, dijo, resumiendo de manera perfecta su filosofía de escenario. El Tiny Desk fue, para él, un espacio tan familiar como los bares de Rosario o las grandes arenas donde ha triunfado: un lugar para abrazar al público, recordar historias y seguir escribiendo futuro. Para Fito, la gira nunca termina, y el mundo sigue escuchando su nombre, porque su música, como la mejor vinoteca, mejora con los años y nunca deja de emocionar.
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