Un recorrido por el impacto mundial que causó la aparición de los primeros anticonceptivos para mujeres antes de la llegada de la píldora para hombres.
Recientemente se supo que la opción de la píldora anticonceptiva para hombres es una realidad cada vez más cercana. De acuerdo a un estudio publicado en la revista científica “Nature”, se descubrió una forma de inutilizar por unas horas el esperma masculino, a partir de un fármaco experimental probado en ratones. Esta invención, reclamada durante mucho tiempo por amplios sectores del feminismo, constituye una opción más a la hora de cuidarse al tener relaciones sexuales. Pero aunque hoy parece toda una novedad, hubo algo que fue aún más novedoso: la píldora anticonceptiva para mujeres.
Este medicamento irrumpió en 1960, y generó un cambio sexual, social, cultural y hasta económico. Solo cinco años después de su lanzamiento en Estados Unidos, en 1960, unas 6,5 millones de estadounidenses la usaban. Hoy, según datos de la Universidad de Harvard, más de 100 millones de mujeres la usan en todo el mundo. La píldora implicó un cambio abrupto para las mujeres, a comienzos de una década marcada por diversos movimientos sociales, entre ellos el feminismo. Gracias a este invento, las mujeres podían decidir no quedar embarazadas, y lo más importante, el control quedaba del lado de ellas, dado que hasta ese entonces el único método era el preservativo masculinom y esto las llevaba tener que negociar con sus parejas. Negociación que no siempre se inclinaba en favor de la voluntad de las mujeres, quienes se veían limitadas en su capacidad de acción.
La píldora anticonceptiva llegó justo en el momento en el que comenzó la llamada “revolución sexual” en la década del 60s, un conjunto de cambios respecto a la forma tradicional de concebir la moral sexual que alentaba a una exploración más libre del propio placer. Gracias a contar con este medicamento, muchas mujeres – y, por añadidura, muchos hombres – pudieron comenzar a disfrutar del sexo sin las consecuencias de que se produja un posible embarazo.
Pero estos no fueron los únicos cambios que introdujo el anticonceptivo femenino. Implicó además que las mujeres podían permitirse poner más atención a desarrollar sus carreras. Si bien estos cambios sociales se dieron de forma lenta, el cambio fue rotundo. Solo en Estados Unidos, el primer país donde comenzó a usarse, si en los 70s el 90 % de los graduados en carreras como odontología, medicina o derecho eran hombres. Para 1980 alrededor de un tercio del número de graduados eran mujeres. Antes, para poder cosechar los beneficios de su carrera, las mujeres tenían que estar seguras de poder evitar convertirse en madres hasta por lo menos los 30 años de edad. Con este nuevo remedio esa posibilidad era mucho más accesible. Hace unos años, la economista Amalia Miller usó una variedad de métodos estadísticos para demostrar que si una mujer en sus 20s puede retrasar la maternidad por un año, en términos monetarios sus ganancias vitalicias aumentan 10%.
Además, la píldora cambió dinámicas sociales. Antes de la píldora, la gente se casaba jóven, ya que una mujer que retrasara el compromiso hasta los 30 probablemente hubiera encontrado que todos los hombres ya se habían casado. Con la píldora, tanto hombres como mujeres podían tomárselo con más calma y dedicar más tiempo a sus carreras o explorar sus vínculos sexoafectivos sin presiones.
Según la investigadora del CONICET, Karina Felitti, en la Argentina se comenzó a utilizar la píldora en los 60 ‘s, y la primera zona en la que se concentró su uso fue en Isla Maciel. Eso se debe que en aquel momento el Departamento de Extensión Universitaria de la UBA había desarrollado en la Isla Maciel un programa que incluía un centro de salud, con el cual se había podido dar respuesta al gran número de abortos clandestinos, entre otras problemáticas. Uno de los pioneros en impulsar el uso de la píldora en la Argentina fue el ginecólogo Roberto Nicholson, quien desarrolló un programa de planificación familiar en que utilizaba anticoncepción hormonal. Lo interesante es que era un acérrimo católico, que en pos de evitar “un mal mayor”, como consideraba al aborto, defendió la píldora en la Sociedad de Ginecología y Obstetricia de Buenos Aires (SOGIBA).
Según un estudio del Fondo de Población de las Naciones Unidas publicado en 2019, 6 de cada 10 mujeres argentinas utilizan anticonceptivos. Mientras que en 1969 sólo el 19% de las mujeres en edad reproductiva usaba anticonceptivos, hacia 1994 esa cifra trepó al 48% y hoy alcanza el 66%.